13.6.11

>>Balenciaga, el arquitecto de la alta costura, tiene "vestidor" inteligente

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  • El nuevo Museo Cristóbal Balenciaga Museoa cuenta con un sistema innovador para la conservación y mantenimiento de las más de 1,200 piezas que descansan en su interior
  • Este sistema resulta fundamental para que las piezas no sufran alteraciones a su diseño original por caídas y roces
El Edificio

Distrito Federal, 13 de junio de 2011. Fue capaz de elevar la alta costura a categoría de obra de arte. Mujeres mexicanas tan hermosas y poderosas como Salma Hayek, María Félix o Frida Kahlo se vistieron con sus trajes alguna vez. Hay quien tuvo hasta el privilegio de tener al modisto como sastre de cabecera para vestirse a diario; por ejemplo, la familia mexicana de origen vasco Belausteguigoitia Arozena, para quienes Balenciaga hizo “en exclusiva” 23 diseños con los que “ir de compras a pasear por París”, entre otras actividades. Balenciaga ya es inmortal. Como muchas de las divas que lucieron sus creaciones.

El Museo Cristóbal Balenciaga Museoa no es sólo un museo para conocer el arte de la alta costura y respirar glamour por todas las esquinas. Gracias a sus piezas únicas, aspira a convertirse en el lugar de referencia para contemplar y conocer la innovación de la moda del siglo 20. Un valor patrimonial incalculable cuya conservación se ha perfilado como un desafío ante el paso del tiempo. Trajes con vocación inmortal para los que se han aplicado las últimas tecnologías para su almacenaje y mantenimiento.

La reina Doña Sofía presidió ayer la inauguración oficial del nuevo museo ubicado en Getaria, País Vasco. Al acto asistió una amplia representación del mundo de la moda, encabezada por Hubert de Givenchy.

Un proyecto en el que no sólo se ha buscado luchar contra los años, sino también contra el espacio. Más de 1,200 piezas —entre textil y complementos— descansarán en salas climatizadas de 150m2 en las que mediante sistemas innovadores de almacenaje, desarrollados y puestos en marcha por Grupo Eun, (con sede en México) se ha conseguido optimizar el espacio logrando una capacidad de 500 metros lineales para albergar, guardar y proteger todo el valor cultural que comprenden tantas piezas especiales.

 

El espacio contará también con una pequeña biblioteca donde archivar y clasificar importante documentación sobre la vida y obra de este creador que vistió a algunas de las mujeres más poderosas y bellas del mundo.

Módulos contra el tiempo

La labor de mantenimiento comienza en el almacén del museo. En él se ha desarrollado un sistema único de almacenaje de alta densidad equipado con barras colgadoras. “Se trata de unos módulos con una capacidad de 90 piezas cada uno en los que se ha prestado especial importancia a la suspensión y sistema de freno, evitando así que las piezas se vean dañadas por las vibraciones”, explica Iñigo Eguren, director de Grupo Eun.

Éste es un elemento fundamental para la conservación preventiva debido a los movimientos que las prendas sufren cada vez que se sacan para analizar o prestar a otros museos cualquiera de los casi 100 trajes y vestidos que se guardan en cada bloque.

“Son piezas delicadas a las que se les realiza revisiones periódicas. A pesar de ello, aunque la pieza se encuentre en un estado adecuado, la oxidación natural de los hilos produce que, con un mínimo roce, puedan caerse botones, lentejuelas o pedrería”, explican responsables de la restauración de la Fundación Cristóbal Balenciaga Fundazioa. Caídas que suponen en la mayoría de los casos una modificación del patrón original ante la imposibilidad de conocer la ubicación del adorno perdido.

En este sistema también destaca la gran capacidad de los módulos. Sólo de esta manera se consiguen mitigar los roces, permitiendo graduar además la altura de las barras. Así se consigue que los trajes de noche no reposen en el suelo, evitando la presión sobre la tela y los consecuentes pliegues.

Guardián de los complementos

Balenciaga, arquitecto de la costura, prestó especial interés por los complementos. “Son diseños muy especiales y variados que se deben conservar en espacios amplios y adaptables. Ante esta necesidad, hemos desarrollado una solución técnica que consiste en la instalación de cajones extraíbles que cuentan con guías telescópicas para evitar tensiones”, detalla Eguren. Más de dos metros para cada compartimento que pueden adaptarse a aquellos complementos que tengan algún elemento con una envergadura superior a la estipulada, como puede ser el caso de los sombreros.

Un sistema que sirve de solución también para trajes, especialmente los de noche, cuyos tejidos resisten mal el paso del tiempo. Es el caso de vestidos con bordado sobre tul, que no pueden ser colgados en perchas puesto que su propio peso hace que la tela se ceda. “En estos casos hemos tomado una medida de precaución que consiste en mantenerlos extendidos en estos cajones, con un cojín especial en su interior para evitar deformaciones, lo que nos permite por otra parte enseñar estas prendas a los especialistas sin necesidad de sacarlas de su compartimento”, explican los expertos de la Fundación.

Porque en estas piezas únicas los materiales cobran protagonismo. “Cuando hablamos de Balenciaga, hablamos de innovación y técnica, de las primeras piezas que se realizaron en plástico o la evolución de los metales“. Materiales para cuya conservación se requiere un revestimiento especial en los cajones para evitar que la humedad —del 50%— y la temperatura —de 18ºC— provoquen la oxidación de sombreros o lentejuelas, creando un foco de infección que pudiese deteriorar las colecciones.

La magia de conservar

“Un traje de estas características puede mantenerse durante mucho tiempo en condiciones idóneas”. Una afirmación que aúna horas de trabajo para la restauración y conservación de estas piezas.

El Museo Cristóbal Balenciaga Museoa cuenta con un elevado número de préstamos de particulares y espera que aumenten tras la inauguración del centro. Este proceso impone una particular rutina de trabajo en la que se estudia cada pieza, estableciendo un sistema adecuado a cada caso para su correcto almacenamiento.

Finalmente se crea para cada prenda una percha específica con sus medidas y se introduce en una funda de materiales neutros para evitar el contacto con agentes externos. De esta forma, y gracias a los módulos herméticos utilizados, se evita que la luz, la temperatura, la humedad elevada o el polvo deterioren los materiales. El glamour no conoce el paso el tiempo.

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Vestido en raso de rayón azul y transparencia en encaje mecánico de seda negra con decoración aplicada en terciopelo liso y bordado de chenilla

1947 Ca.

Perteneció a doña Blanca Fernández de Rivera, marquesa de Garcillán

 

http://cristobalbalenciagamuseoa.com