Giorgio Armani acaba de inaugurar su segundo y lujosísimo hotel. Si el primero abrió las puertas en Dubai, el de ahora es más cercano para el diseñador milanés, pues se encuentra en «via» Manzoni 31, en Milán. Un edificio de líneas rectas, con 95 habitaciones, culminadas por un spa de 1.200 metros. «Ha sido mi acto de amor hacia Milán», confesó Armani.
La entrada de la planta calle no tiene una recepción, que se llevará en el correo de la elevación dos que usted se levanta de 0 directamente a la 7 ª planta.
La presencia constante de una paleta de color de “crudos”, el color que Armani presentó hace algún tiempo para dar un ambiente intrigante y sombrío; pero irresistiblemente seductor, es una de las principales características del hotel. No hace falta ser un etimólogo a darse cuenta de que el término "crudo" se deriva de las palabras "gris" y "beige", pero eso no significa que debamos esperar un ambiente monocromático.
El tema de privacidad es crucial para definir un concepto de hospitalidad de lujo nuevo: cada habitación cuenta con un vestíbulo circular para brindar la protección de la vista desde el interior.
Las suites cuentan con un baño terminado Georgette de seda “crema fiorito” de piedra.
En el séptimo piso se encuentra el Restaurante Armani con un techo de gran altura y rodeado por una pared de cristal que permiten una vista a la ciudad. El piso es de granito negro y ónix retroiluminado.
