Teodoro González de León, arquitecto, artista plástico y erudito, recibió el Premio Trayectorias dosmilonce, reconocimiento que se hace a arquitectos de gran prestigio de nuestro país.
Autor de una obra contundente, original, mexicana y universal, que abarca más de 50 años, Teodoro González de León ha influido en la cultura y vida misma de esta ciudad, mencionado como precursor del proceso de renovación de Paseo de la Reforma, y de quien la historia de la arquitectura de mediados del siglo XX no puede ser narrada sin mencionar su nombre.
Obras como el Conservatorio de Música del Centro Nacional de las Artes, la Galería Mexicana del Museo Británico (Londres), el edificio del Fondo de Cultura Económica de la Ciudad de México, el Auditorio Nacional, el Corporativo Arcos Bosques, el Museo Tamayo, las embajadas de México en Berlín, Belice y Guatemala, su propia casa, el edificio Universitario de Capacitación en Morelia y el Reforma 222, entre otros, tienen el sello de su creación.
En la Sala Manuel M. Ponce, emblemática para la cultura en nuestro país desde la creación de este edificio, el Palacio de Bellas Artes, se llevó a cabo el Homenaje al Arq. Teodoro González de León como reconocimiento por su vasta trayectoria, creatividad, talento y aptitudes de quien nació con la misión de embellecer al mundo.
Su obra presenta una congruencia casi inédita en la historia que va evolucionando hacia la perfección y que completa tanto conceptos, como materiales.
Sin embargo, su trayectoria no podría definirse de manera completa si se omitieran tanto sus trabajos escritos como los reconocimientos de otros artistas hacia su obra. Existen publicados diversos libros acerca de la obra de Teodoro González de León. Como mencionó el Mtro. Joaquín Diez Canedo, Director General del Fondo de Cultura Económica. “El prólogo del libro Retrato de Arquitecto con Ciudad, primer volumen de una colección de artes de México, fue escrito por Octavio Paz, donde escribió: “No es un arquitecto clasicista, sino que construye arte moderno inspirado en la lección de los cásicos, o sea, el orden, la medida y la proporción”. Por otra parte, en 1994 el Fondo de Cultura Económica publicó la memoria Reflexiones sobre mi Obra, donde precisamente concluye afirmando que nada se termina por completo, siempre se pueden hacer otras cosas, nunca faltan ideas porque todo es una búsqueda, una experimentación.
Al recibir su reconocimiento el Arq. Teodoro González de León, agradeció su presencia a todos sus colaboradores y amigos, así como a su esposa e hija, además la del reconocido Arq. Francisco Serrano, con quien logró diversas obras. “Desde la preparatoria decidí ciegamente ser arquitecto, para mí es una forma de vida, sin reglas”. A pesar de que el proceso creativo es un ejercicio difícil amargo, de prueba y error y donde reiteradamente se confronta con el sitio y el programa.
Para él existen propósitos del proyecto tanto generales como personales, que abrevia en dos temas: “la arquitectura que persigo intenta organizar el espacio como un paseo arquitectónico en el tiempo, un escenario de cuatro dimensiones para el desarrollo de la vida, de las actividades del usuario, porque la noción de la arquitectural es espacio temporal. En segundo lugar, aunque no en orden, intento crear formas que se inserten en el sitio, que dialoguen con el espacio natural y con el público. Hago huecos, pórticos en los que penetro el espacio público. Formas porosas al espacio de todos”.
Autor de una obra contundente, original, mexicana y universal, que abarca más de 50 años, Teodoro González de León ha influido en la cultura y vida misma de esta ciudad, mencionado como precursor del proceso de renovación de Paseo de la Reforma, y de quien la historia de la arquitectura de mediados del siglo XX no puede ser narrada sin mencionar su nombre.
Obras como el Conservatorio de Música del Centro Nacional de las Artes, la Galería Mexicana del Museo Británico (Londres), el edificio del Fondo de Cultura Económica de la Ciudad de México, el Auditorio Nacional, el Corporativo Arcos Bosques, el Museo Tamayo, las embajadas de México en Berlín, Belice y Guatemala, su propia casa, el edificio Universitario de Capacitación en Morelia y el Reforma 222, entre otros, tienen el sello de su creación.
En la Sala Manuel M. Ponce, emblemática para la cultura en nuestro país desde la creación de este edificio, el Palacio de Bellas Artes, se llevó a cabo el Homenaje al Arq. Teodoro González de León como reconocimiento por su vasta trayectoria, creatividad, talento y aptitudes de quien nació con la misión de embellecer al mundo.
Su obra presenta una congruencia casi inédita en la historia que va evolucionando hacia la perfección y que completa tanto conceptos, como materiales.
Sin embargo, su trayectoria no podría definirse de manera completa si se omitieran tanto sus trabajos escritos como los reconocimientos de otros artistas hacia su obra. Existen publicados diversos libros acerca de la obra de Teodoro González de León. Como mencionó el Mtro. Joaquín Diez Canedo, Director General del Fondo de Cultura Económica. “El prólogo del libro Retrato de Arquitecto con Ciudad, primer volumen de una colección de artes de México, fue escrito por Octavio Paz, donde escribió: “No es un arquitecto clasicista, sino que construye arte moderno inspirado en la lección de los cásicos, o sea, el orden, la medida y la proporción”. Por otra parte, en 1994 el Fondo de Cultura Económica publicó la memoria Reflexiones sobre mi Obra, donde precisamente concluye afirmando que nada se termina por completo, siempre se pueden hacer otras cosas, nunca faltan ideas porque todo es una búsqueda, una experimentación.
Al recibir su reconocimiento el Arq. Teodoro González de León, agradeció su presencia a todos sus colaboradores y amigos, así como a su esposa e hija, además la del reconocido Arq. Francisco Serrano, con quien logró diversas obras. “Desde la preparatoria decidí ciegamente ser arquitecto, para mí es una forma de vida, sin reglas”. A pesar de que el proceso creativo es un ejercicio difícil amargo, de prueba y error y donde reiteradamente se confronta con el sitio y el programa.
Para él existen propósitos del proyecto tanto generales como personales, que abrevia en dos temas: “la arquitectura que persigo intenta organizar el espacio como un paseo arquitectónico en el tiempo, un escenario de cuatro dimensiones para el desarrollo de la vida, de las actividades del usuario, porque la noción de la arquitectural es espacio temporal. En segundo lugar, aunque no en orden, intento crear formas que se inserten en el sitio, que dialoguen con el espacio natural y con el público. Hago huecos, pórticos en los que penetro el espacio público. Formas porosas al espacio de todos”.