Este 2016 Design Week, a más de consolidarse como el epicentro del diseño de interiores que cada octubre toma las calles de la Ciudad de México, crece en su oferta y talentos. Con una apretada agenda de actividades que iniciaron el miércoles cinco y concluirán el 9 de octubre, comenzamos nuestra cobertura en el Museo Tamayo.
PROYECTO TAMAYO DWM 2016
El Proyecto Tamayo es un ejercicio multidisciplinario combina arte, diseño y arquitectura para crear una instalación temporal en dicho recinto. Esta iniciativa crea una oportunidad única para el arquitecto o diseñador invitado para crear una composición en tres dimensiones que se relaciona con su contexto, el bosque de Chapultepec, y se comunica con sus usuarios.
En esta ocasión, los creadores son alemanes, pues recordemos que Alemania es el país invitado de este año y por ello, por qué no, los protagonistas de este proyecto.
Museo de la Inmortalidad II, Ciudad de México 2016
ARQUITECTOS: Nikolaus Hirsch/Michel Müller. ARQUITECTOS LOCALES: CUBICA Arquitectos + LXL Arquitectos.
Para Design Week México, los arquitectos alemanes Nikolaus Hirsch y Michel Müller construyeron un modelo hipotético de un Museo de la Inmortalidad, basado en el concepto del filósofo Boris Groys y una primera realización en la forma de una exposición organizada por el artista de origen ruso Anton Vidokle en Ashkal Alwan en Beirut (2014).
La estructura desarrollada para DWM está situada a la entrada del parque del Museo Tamayo. Con reminiscencias de sarcófagos y vitrinas de museos, los módulos se ensamblan en una estructura arquitectónica hexagonal de 6 x 6 x 6 metros de altura. Después del sistema horizontal en Beirut, la nueva estructura en la Ciudad de México se convertirá en la primera figura vertical del Museo de la Inmortalidad, que se asemeja a un híbrido entre un mausoleo y una cápsula espacial. La preservación museográfica de los objetos une los conceptos de conservación y la resurrección humana.
EL CONCEPTO ORIGINAL DE BORIS GROYS: Conservar a las personas en un recinto que aloge toda su humanidad.
Entre 1880 y 1890, el filósofo ruso Nikolai Fedorov desarrolló el proyecto Tarea Común. Éste fascinó e influyó en muchos lectores ilustres como Tolstoy y Dostoyevsky. En resumen, el proyecto de la tarea común de Fedorov consiste en la creación de las condiciones tecnológicas, sociales y políticas bajo la cuales sería posible resucitar a todos los hombres que han vivido —a través de medios tecnológicos, artificiales. Aquí la promesa cristiana de la inmortalidad debía realizarse por medios tecnológicos.
Sin embargo, por encima de todo, Fedorov creía en el poder de la organización social y, en este sentido, era un verdadero socialista. La verdadera justicia social significaba para Fedorov también la justicia para los muertos —el final del privilegio de la vida en su relación con los muertos.
La inmortalidad producida artificialmente era para él la forma de unir la tecnología adecuada con la organización social adecuada. Después de la revolución de octubre, las ideas de Fedorov se hicieron especialmente atractivas debido a que la filosofía materialista construyó el núcleo de la ideología comunista. Hubo incluso un partido político de Comunistas-Inmortalistas que trató de realizar este proyecto de la inmortalidad materialista.
Ahora Fedorov consideró el museo como una institución que puede y debe ser la base para la inmortalización de toda la humanidad. El creía, a saber, que la técnica de musealización es una especie de anti-técnica, ya que no produce cosas nuevas, pero se preocupa por lo antiguo. El museo está, pues, fundamentalmente en desacuerdo con el progreso, que necesariamente sustituye cosas viejas con nuevas cosas. El museo es una máquina de hacer cosas inmortales.
En la medida en que cada ser humano es también más que una cosa entre otras cosas, contra la técnica, el museo también puede ser extendido a la conservación de los seres humanos. De acuerdo con el proyecto de Fedorov, en la primera etapa de su realización el museo debe convertirse en el museo de todos los seres humanos sin excepción: en este museo universal, todos los seres humanos beben ser asignado a una habitación en la que todo lo que está relacionado con este ser humano debe ser recogido: la cuestión orgánica (orina, pelo, etc.), objetos personales, y las imágenes de esta persona, y los recuerdos de sus familiares y amigos, etc.
Hoy, desde la perspectiva contemporánea, el proyecto de Fedorov da la impresión de estar extremadamente vigente, al menos en dos aspectos básicos:
a) La democratización radical del museo. Aquí todo el mundo se convierte en no sólo un artista sino en una obra arte.
b) La inversión del progreso. Fedorov intenta convertir a la técnica de vuelta —en contra del flujo capital, contra el crecimiento económico y en contra del uso de la técnica militar. En sus escritos insiste una y otra vez en este anti-mercado, la intención anticapitalista de su proyecto: la técnica debe servir a la inmortalidad de todas las personas y las cosas; no a su destrucción. Esta actitud de Fedorov parece especialmente actual hoy, ya que el progreso tecnológico se experimenta cada vez más como peligroso que como prometedor, pero al mismo tiempo ineludible.
Podrás conocer esta alucinante propuesta en el mismo museo, hasta marzo de 2017, pero te aconsejo que vayas ¡ya! porque su concepto debe ser experimentado lo más pronto posible por todos nosotros.